miércoles, 30 de marzo de 2016

CONOCIMIENTO CIENTÍFICO, CONOCIMIENTO FILOSÓFICO, CONOCIMIENTO DEL SENTIDO COMÚN

CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Intenta hacer generalizaciones sobre los objetos, atendiendo exclusivamente a los elementos de los fenómenos relacionados entre sí.
Es un proceso crítico mediante el cual el hombre va organizando el saber, va superando las experiencias cotidianas, hasta llegar a un saber sistemático, ordenado, coherente, verificable, preciso, especializado y universal.
Pretende descubrir relaciones constantes que se obtienen mediante la investigación metódica y apropiada; pretende y logra hallar las leyes y principios que obedecen los fenómenos y los acontecimientos. Se propone explicaciones profundas de amplio alcance objetivo, con mayor rigurosidad y precisión; se apoya en las leyes y principios, cuyo ordenamiento lleva sus experiencias a razonamientos profundos y busca establecer conclusiones de validez universal.
El conocimiento científico no sólo responde a la pregunta ¿Cómo?, sino que esencialmente se cuestiona el ¿Por qué? (las causas) de los fenómenos o hechos. En este sentido el conocimiento científico es una reflexión crítica en que las opiniones personales han sido reemplazadas por juicios que aspiran a la certeza máxima y a la universalidad.
La finalidad de este tipo de conocimiento es en definitiva tratar de comprender los procesos o leyes que regulan la naturaleza, la historia o hechos sociales para que, en esta medida, poder transformarlos o modificarlos.
Características del Conocimiento Científico:
1. Objetivo. Trata a los hechos y se apega a ellos evitando introducir en la explicación cosas sobrenaturales, valores sentimentales o emocionales. La objetividad como característica primordial rebasa la subjetividad; por tanto, como categoría de validez general clarifica y precisa al fenómeno del conocimiento.
2. Sistemático. Consiste en establecer un orden o coherencia entre los conocimientos producidos en la investigación.
3. Racional. Toda explicación debe ser fundamentada, a través de principios y teorías científicas.
4. Universal. Con esta característica queremos señalar que cualquier conocimiento tiene validez para todos los objetos del conjunto a que se refieren las afirmaciones.
5. Relacionable. Consiste en relacionar y descubrir las conexiones y vínculos entre los fenómenos y acontecimientos que conforman la realidad.
6. Verificable. Es un proceso mediante el cual se somete a prueba nuestras afirmaciones sobre los hechos, para confirmar si son verdaderas o falsas, y que cualquier científico o persona lo puede comprobar.
7. Crítico. Emite juicios de valor.
8. Falible. Que se puede llegar a crear conocimientos erróneos, pero ciertos a las condiciones históricas y sociales en las que se producen.

El conocimiento científico hace uso de un lenguaje especializado y técnico la mayoría de las veces recurre a la simbolización. El lenguaje que se utiliza es preciso, claro, coherente, riguroso y universal.
Finalmente, podemos decir que el conocimiento científico es un continuo proceso de explicación de la realidad. En este tipo de conocimiento es esencial la objetividad, una mayor rigurosidad y una evidente sistematicidad, buscando precisar sus interpretaciones con la ayuda tanto de conocimientos anteriores como de novedosos. Por tanto, el conocimiento científico hace uso de métodos adecuados, nuevas técnicas y distintos tipos de aparatos más propios a su objeto de análisis.


CONOCIMIENTO FILOSÓFICO
Los filósofos, cuando realizan investigaciones para producir conocimientos no utilizan ningún instrumento de medición. El instrumento que requiere y con el cual “observa” su entorno, es básicamente el razonamiento. El trabajo filosófico es un trabajo en que la actividad racional juega un papel de suma importancia, ya que cuando generan nuevas ideas, lo hacen después de haber analizado y criticado no sólo su pensamiento sino también el de filósofos tanto anteriores como contemporáneos.
El conocimiento filosófico es un conocimiento que se obtiene de los documentos escritos, pero esto no quiere decir que el filósofo se dedique únicamente a recopilar datos escritos sino que los analiza y los corrobora en la práctica humana.
Dos armas que tiene el filósofo para ejercer y producir conocimientos son el análisis y la crítica. Mediante un buen análisis podemos darnos cuenta de cómo se han ido desarrollando los razonamientos. Esto nos permite detectar fallas y contradicciones en nuestras explicaciones. Mediante la crítica refutamos dichas fallas y contradicciones, y proponemos su superación. Por la crítica el filósofo busca conocer las concepciones imperantes en determinada sociedad, siendo una de las diferencias entre el científico y el filósofo la manera de abarcar los fenómenos. El científico selecciona los fenómenos y su objeto de estudio. Por su parte, el filósofo estudia los fenómenos como totalidades; busca entender sus relaciones.
La filosofía se va ocupar de objetos que en algunos de los casos son abstractos, esto es, de objetos a los que no podemos conocer por la vía estrictamente sensorial, sobre ellos, intenta establecer características universales.
Características del Conocimiento Filosófico:
1. Racional. Uso de conceptos, categorías y principios lógicos en la explicación de un objeto de estudio; sus conocimientos son fundamentales a través de la lógica.
2. Analítico. Distingue, separa las partes de un todo: teorías, categorías, conceptos científicos o filosóficos.
3. Crítico. Emite juicios de valor sobre una concepción filosófica imperante en la realidad, su finalidad es detectar o determinar contradicciones en su formulación.
4. Totalizador. Tener un saber o conocimiento de los fundamentos de toda ciencia o disciplina.
5. Histórico. Su problemática está determinada por condiciones histórico-sociales.
6. Sistemático. Qué exista ordenación de principios (conceptos y categorías) que sustentes las teorías o argumentaciones, de forma que éstas sean coherentes.

Así, los filósofos se preguntan, entre otras cosas, si la realidad puede ser conocida, hasta qué punto puede ser conocida y con qué medios. La filosofía se nutre de la actividad científica y viceversa, con ella reformula sus problemas, investiga de qué manera se plantean los problemas de las ciencias y el tipo de respuesta que se propone para la solución. Teniendo así un saber totalizador.


CONOCIMIENTO DEL SENTIDO COMÚN
Son parte de este conocimiento ; el no científico, el vulgar y el empírico, al vulgar también se le conocen como conocimiento común, de sentido común u ordinario.
El conocimiento vulgar, que proviene del término latino vulgus (pueblo), pertenece al común de los hombres; en él es el sujeto el que conoce algo acerca de un objeto, fenómeno o proceso sin investigar el por qué o las causas que lo producen como tal, tiene un conocimiento parcial, aislado, contingente y superficial de él.
Es decir, está formado por las noticias inmediatas que se tienen de las cosas o la información que se recibe de los mayores.
El conocimiento empírico, que proviene del término empire que significa experiencia; su aceptación radica en la experiencia personal del sujeto y no tanto en una experiencia generalizada, aunque también puede darse este último caso.
A través de la experiencia el hombre acumula los datos obtenidos por los sentidos siendo la fundamentación de este conocimiento la percepción de los datos sensibles y una dependencia total en la fidelidad sensorial, sin rebasar este ámbito.
Las opiniones del sano sentido común, son en cierto grado racionales y objetivas; aunque no se centran en un tipo determinado de objetos y fenómenos, carecen de un método específico para crear conocimientos; dependen de las sensaciones, de la conciencia o el pensamiento, de las ciencias, de las pasiones, de la voluntad, de las emociones, de la imaginación, de la fantasía e incluso de la ignorancia de los sujetos.
Así, el conocimiento no científico o del sentido común es intrascendente en el sentido de que no va más allá del hecho o fenómeno particular. Este tipo de conocimiento es vago e inexacto ya que en la vida cotidiana no nos preocupamos o no necesitamos dar definiciones correctas o precisas, caracterizaciones exactas o mediaciones adecuadas. Carecen de un método, por no ser necesario. No hay crítica por parte del sujeto, se atiene a lo superficial y dado; los juicios se mueven en un ámbito de opiniones propias de las apariencias.
Características del conocimiento no científico:
1. Impreciso. No demarca de manera clara el conocimiento del objeto a que se refiere.
2. Inconsistente. Sus proposiciones o juicios no se apoyan lo suficiente unos a otros.
3. Subjetivo. Porque en él van implícitos ciertos deseos de aquél que lo emite.
4. Acrítico. No somete a reflexión y análisis sus resultados.
5. Lenguaje ambiguo. Que tiene cierta racionalidad y organización, que le permite cubrir los requerimientos propios de la vida cotidiana.
6. Falible. No llega a explicaciones profundas en torno del objeto que conoce, por esta razón los conocimientos que genera pueden ser engañosos y erróneos.
7. Racional en cierto grado, ya que llega a una cierta certidumbre acerca de los objetos conocidos, porque hay una seguridad y certeza con relación a ellos, si bien sólo abarca sus aspectos externos.
8. Superficial. Sólo abarca los aspectos aparentes o no relevantes de los procesos, objetos o acontecimientos.
9. Intrascendente. No va más allá de lo particular y contingente, responde a necesidades inmediatas del hombre común, es decir, no va más allá del hecho o fenómeno.
10. Carece de método, pues no se basa en una disciplina que ponga de manera particular de hacer investigación, y en consecuencia, no se llega al conocimiento de manera sistemática; es decir, no hay procedimiento lógico que permita comprobar y reflexionar sobre los datos obtenidos.
Así, el conocimiento no científico es un conocimiento práctico que precede históricamente al conocimiento científico, actualizándose con las conclusiones o nuevos conocimientos de la ciencia.

PROFESOR: EDUARDO F. CAÑUETO

TRABAJO PRÁCTICO N° 2

REALIZAR EN GRUPO DE 3 O 4 ALUMNOS
NOMBRES: 

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA (por Manuel Comesaña)

a) Lea detenidamente y subraye las ideas principales
b) Explique la siguiente expresión : “lo que hoy consideramos filosofía y lo que hoy consideramos ciencia nació todo junto, mezclado, y su separación, que ni siquiera ahora es completa, se fue produciendo muy lentamente-a medida que los problemas se tornaban solucionables […]. De modo que muchos de los actuales problemas científicos, en disciplinas que van desde la física hasta la ciencia política, fueron antes problemas filosóficos”.
c) ¿Por qué se sostiene que los problemas filosóficos no se pueden resolver?
d) ¿Cuál es el valor de participar en discusiones interminables sobre problemas que no se pueden resolver?
e) Qué significa la expresión latina “ceteris paribus”
f) ¿Cuáles serían las disciplinas duras, y cuáles serían las disciplinas blandas?, explique con ejemplos
g) ¿Para qué cree el autor que sirve la Filosofía?
La filosofía de la ciencia, como su nombre lo indica, es la rama de la filosofía que se pregunta qué es la ciencia, dividiendo esta pregunta en otras más chicas, como, por ejemplo, "¿Cuál es el método que aplican los científicos-si es que aplican alguno-en la aceptación y rechazo de teorías?" Al igual que las demás ramas de la filosofía, la filosofía de la ciencia consiste en discusiones interminables sobre problemas que no se pueden resolver. Por supuesto, no todos están de acuerdo con esta manera de entender la filosofía: los que proponen alguna solución para un problema filosófico suelen estar convencidos de que en efecto lo han resuelto. Justamente, uno de los problemas filosóficos no resueltos es el que se expresa en la pregunta "¿Qué es la filosofía?" Yo suscribo una concepción de la filosofía muy difundida según la cual los problemas filosóficos no son solucionables, esto es, no sólo no se han resuelto hasta ahora sino que no se pueden resolver. A veces un problema filosófico se torna solucionable; es lo que sucede cuando los especialistas en el tema se ponen de acuerdo en cómo hay que tratarlo, en cuál es el método para tratar de resolverlo. Pero, cuando ocurre esto, el problema deja de ser filosófico y pasa a formar parte de una disciplina científica independiente de la filosofía-aunque ésta no es una cuestión de todo o nada, y algunos problemas se ubican en una difusa zona intermedia. Esta es la diferencia fundamental entre la ciencia y la filosofía. Para decirlo con la demasiado célebre terminología de Kuhn, la filosofía se encuentra siempre en el período anterior al paradigma, y cada vez que el tratamiento de un tema por parte de los especialistas supera ese estadio, el tema deja de ser filosófico para convertirse en científico, debido a que, como dice Peter Medawar, "la ciencia es el arte de lo solucionable." Así, por ejemplo, la pregunta con la que nació la filosofía occidental, a saber, "¿De qué está hecho el mundo?" pertenece desde hace mucho a la física. Tal vez no sea éste el mejor ejemplo, ya que se trata de una parte de la física cuyo límite con la filosofía es borroso. Sea como fuere, lo que hoy consideramos filosofía y lo que hoy consideramos ciencia nació todo junto, mezclado, y su separación, que ni siquiera ahora es completa, se fue produciendo muy lentamente-a medida que los problemas se tornaban solucionables-; todavía el principal libro de Newton se llamó Principios matemáticos de la filosofía natural. De modo que muchos de los actuales problemas científicos, en disciplinas que van desde la física hasta la ciencia política, fueron antes problemas filosóficos.

Algunos dudan de que un problema insolucionable pueda convertirse en solucionable; piensan que si ahora es solucionable, entonces lo fue siempre, o bien que no es en realidad el mismo problema, aunque a primera vista pueda parecerlo. Creo que, para los fines de este trabajo, la objeción admite una respuesta sencilla, a saber: hay dos clases de insolucionabilidad, la absoluta y la relativa. Los problemas absolutamente insolucionables nunca se vuelven solucionables; los relativamente insolucionables, sí, al cambiar ciertas condiciones. Este cambio en las condiciones no acarrea necesariamente ningún cambio en la formulación del problema, que puede muy bien seguir siendo el mismo. Problemas filosóficos hay de las dos clases: los que nunca se tornan solucionables y los que sí, con lo cual dejan de ser filosóficos y se convierten en problemas científicos.

Una respuesta más complicada a la misma objeción consiste en decir que las propiedades disposicionales-incluidas las propiedades disposicionales negativas-pueden perderse, y pueden no ser definitorias o esenciales. Un vaso irrompible puede dejar de serlo sin dejar de ser el mismo vaso y sin que su fragilidad sea retroactiva. ¿Qué quiere decir que un vaso es irrompible? Si le creemos a Quine (Cf. From Stimulus to Science, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1995, p. 21), quiere decir que su estructura microscópica impide que se rompa a causa de golpes que los vasos comunes no resistirían. Y, obviamente, si esa estructura cambia y el vaso deja de ser irrompible, el cambio no es retroactivo. Si no le creemos, su concepción de las disposiciones basta para mostrar que la cuestión es opinable, como lo son todas las cuestiones filosóficas. Dicho sea de paso, Quine es seguramente uno de los que no estarían de acuerdo con esta última afirmación; más bien opinaría, con Wittgenstein, que las discusiones filosóficas son la escalera que se tira después de haber subido. Pero hasta ahora la filosofía consiste solamente en escaleras, y no se sabe de nadie que ya esté arriba.

Por supuesto, los problemas filosóficos no se vuelven solucionables de golpe. Se trata de procesos largos, con etapas intermedias durante las cuales es posible tener la fundada impresión de que los datos empíricos son capaces de influir en la discusión filosófica. Creo que esta impresión es una de las fuentes del naturalismo filosófico que ha vuelto a estar de moda desde hace unos cuantos años. Pero me parece que se equivocan los que defienden versiones extremas de este naturalismo según las cuales todos los problemas filosóficos, en cualquier etapa de su historia, pueden ser resueltos por la investigación científica. Desde luego, uno puede hacer verdadera esta última afirmación decidiendo que los problemas no solucionables son en realidad seudoproblemas de los cuales no vale la pena ocuparse. Pero esta maniobra constituye una petición de principio en contra de la filosofía. Por otra parte, algunos problemas filosóficos, por ser demasiado básicos y generales, nunca se tornan solucionables; esto es lo que ocurre, por ejemplo, con la cuestión de si hay un mundo externo.

Si la filosofía tiene estas características, no es fácil ver qué utilidad puede tener, esto es, qué servicios puede prestar fuera de ella misma. Ahora se habla de filosofía aplicada, y en particular de ética aplicada, pero yo no he logrado entender de qué se trata. Por supuesto, es posible aplicar una teoría filosófica, pero no es posible aplicar una rama entera de la filosofía si en ella hay teorías que rivalizan sobre los fundamentos mismos de la disciplina; dicho de otro modo, es posible aplicar una propuesta de solución, pero no una discusión abierta sobre un problema no resuelto. La diferencia entre esas dos cosas está muy bien expresada en esta observación de Kuhn: "Cuando digo que la filosofía no ha progresado, no quiero decir que no haya progresado el aristotelismo; quiero decir que todavía hay aristotélicos." La frase citada no se refiere a la aplicabilidad sino al progreso, pero en el presente contexto ambas cuestiones son enteramente análogas: cuando digo que la filosofía no es aplicable, no quiero decir que no sea aplicable el aristotelismo.

¿Y por qué participar en discusiones interminables sobre problemas que no se pueden resolver? Por varias razones. En primer lugar, a algunos les gusta, y, dentro de ciertos límites, todo el mundo tiene derecho a hacer lo que le gusta. Como dice Tarski, "la cuestión del valor de una investigación cualquiera no puede contestarse adecuadamente sin tener en cuenta la satisfacción intelectual que producen los resultados de esa investigación a quienes la comprenden y estiman." En segundo término, la filosofía cumple una función crítica con respecto a todas las pretensiones de conocimiento, función crítica que en algunos casos resulta útil: "Es preferible-decía Bertrand Russell-una incertidumbre fundada a una certidumbre infundada." No creo que esto se aplique a todas las situaciones: en la vida cotidiana, dar por sentada la existencia de objetos externos-es decir, comportarse como "realista ingenuo," o aceptar lo que Quine llama "la teoría de los objetos físicos"-parece más práctico que ponerla en duda. Pero en algunas situaciones resulta útil cuestionar certezas, por ejemplo, certezas políticas-aunque más no sea porque siempre se asesina en nombre de certezas, nunca en nombre de dudas, y el filósofo es, ceteris paribus, el mejor entrenado de los cuestionadores (tal vez sea esta actividad de cuestionamiento lo que algunos llaman "filosofía aplicada"). Y, tercero, a veces los problemas filosóficos se tornan, como ya se dijo, solucionables, y la discusión filosófica cede el lugar a una especialidad científica. En estos casos, como dice Keith Lehrer, "la filosofía pierde algunos de sus temas de estudio a causa de su propio éxito."

A la filosofía de la ciencia lo que se le suele exigir es que le resulte útil a la ciencia, cosa que sólo sería posible si algún problema epistemológico (empleo la palabra "epistemología" como sinónima de "teoría del conocimiento científico," o incluso de "filosofía de la ciencia") se hubiera resuelto. Algunos creen que, en efecto, esto ha ocurrido. Así, por ejemplo, los partidarios de la llamada concepción estructuralista de las teorías científicas están convencidos de haber resuelto un problema epistemológico, el expresado por la pregunta "¿Qué es una teoría científica?" y entonces se dedican a aplicar la solución que supuestamente han encontrado, esto es, a reconstruir teorías científicas de la manera que a ellos les parece correcta, en vez de seguir participando en discusiones sobre este y otros problemas epistemológicos, actividad que suelen considerar más bien inútil. De acuerdo con la caracterización de la filosofía antes esbozada, hay al respecto dos posibilidades: o bien están equivocados, y entonces la discusión filosófica acerca de qué es una teoría científica no ha terminado, o bien tienen razón, en cuyo caso lo que ellos hacen ya no es filosofía de la ciencia sino una nueva especialidad científica, posibilidad esta última que probablemente no les disguste.

Esta diferencia entre ciencia y filosofía no es un capricho terminológico; se trata de actividades distintas, que requieren vocaciones también distintas. Para decirlo de nuevo con el servicial léxico de Kuhn, una cosa es ser un investigador "normal," que se dedica a resolver problemas, y otra cosa muy distinta es participar en discusiones interminables sobre temas que se encuentran en un estado permanente de "crisis" (o de "preciencia," lo que para el caso es lo mismo). La mayor parte de los que desarrollan alguna actividad teórica prefieren, muy razonablemente, lo primero, y entonces optan por dedicarse a la ciencia. A una minoría, en cambio, las interminables discusiones filosóficas le producen un placer intelectual difícil de explicar. Y no son pocos los que, dedicándose a la filosofía debido a un error vocacional, se ubican en una categoría mixta: tienen la necesidad psicológica de desarrollar una actividad "normal" y se impacientan frente a discusiones que no terminan y problemas que no se resuelven, pero se ocupan de problemas filosóficos. Estos últimos suelen resolver el conflicto mediante una mezcla indebida de ambas cosas: cada vez que se convencen de algo se sienten absolutamente seguros de haber resuelto el problema respectivo, y son, así, filósofos llenos de certezas y con pocas dudas.

También los manuales y cursos de "metodología de la ciencia" suelen dar por resueltos ciertos problemas epistemológicos fundamentales, en particular el problema de cuál es el "método científico." No es casual que en estos casos se hable de "metodología" o de "epistemología," y no de "filosofía de la ciencia," rótulo que inevitablemente evoca más problemas que soluciones, y que, debido a eso, se vende mucho menos. Lo que vagamente prometen esos manuales y cursos es que nos van a enseñar cómo llevar a cabo investigaciones científicas exitosas, promesa que, por supuesto, no pueden cumplir. Nadie puede enseñarnos un método mecánico para llevar a cabo buenas investigaciones por la sencilla razón de que semejante método no existe; si existiera, la ciencia podría ser hecha por máquinas (tengo entendido que en los últimos veinte años se ha avanzado algo en esta dirección, pero no tanto como para asegurar que en un futuro previsible se podrá prescindir de los científicos humanos). Lo que se puede aprender acerca de cómo investigar en determinada disciplina, área o tema, consiste en habilidades no algorítmicas que sólo se pueden adquirir trabajando bajo la dirección de un maestro que sea especialista en la materia. A la metodología de la investigación se la debe entender como la discusión filosófica de problemas relacionados con el método científico en general (incluida la discusión acerca de si existe semejante cosa). Entre esas dos cosas: el trabajo bajo la dirección de un especialista y la metodología entendida como parte de la filosofía de la ciencia, no hay nada intermedio; lo que habitualmente se ofrece en esta franja consiste en observaciones triviales sobre los "pasos" o "etapas" de la investigación, mezcladas con un poco de estadística y a veces también con recomendaciones estilísticas tan razonables e interesantes como la de expresar una sola idea por párrafo.

Me gustaría decir ahora para qué creo que sí sirve la filosofía de la ciencia.
1. En primer lugar, les sirve a los filosófos de la ciencia para poder dedicarse a lo que les gusta. ¿Tienen derecho a cobrar por eso? En principio-es decir, trasladando la carga de la prueba al que sostenga lo contrario, tanto como cualquier especialista en otra disciplina.

2. En las etapas de preciencia y de crisis todas las disciplinas incluyen un elevado porcentaje de discusión epistemológica, como sigue ocurriendo ahora en las ciencias sociales y humanas, y también en las áreas de frontera de las disciplinas "duras." Es fácil comprobar que la epistemología más o menos "espontánea" que los científicos producen en tales situaciones, es, ceteris paribus, inferior en calidad a la que pueden aportar verdaderos especialistas en epistemología.

3. Algunos científicos "normales" no se conforman con practicar su especialidad sino que además quieren opinar sobre ella y/o sobre la ciencia en general, cosa que, por la razón mencionada en el punto anterior, sólo pueden hacer idóneamente con el asesoramiento del filósofo de la ciencia.

4. A veces se discute acerca de quiénes deben administrar la ciencia; algunos opinan que debe ser administrada por científicos elegidos entre los mejores, y otros, que debe serlo por sociólogos especializados en política científica, o algo por el estilo. Mi opinión, que sin duda es la mera racionalización de un interés gremial, es que la ciencia debe ser administrada por filósofos de la ciencia (o que éstos, como mínimo, deben asesorar a quienes la administren). La razón es que los criterios que se aplican al evaluar investigaciones sólo pueden proceder de las concepciones de la ciencia que compiten entre sí en la epistemología actual, y el único especialista en ese debate es el filósofo de la ciencia. Cuando la ciencia es administrada por científicos, cada uno de éstos tiende a extrapolar a todas las disciplinas lo que sólo vale para la suya. La propuesta que acabo de formular requiere algunas aclaraciones.

a. No estoy sosteniendo que las investigaciones deban ser evaluadas por epistemólogos; estoy sosteniendo que la ciencia debe ser administrada por epistemólogos. La calidad intrínseca de lo que hace un investigador sólo puede ser juzgada por sus pares. Pero, al diseñar formularios para presentar proyectos de investigación, exponer resultados y evaluar ambas cosas, es necesario tomar decisiones concernientes a problemas metodológicos generales, y ese aspecto debería estar a cargo de epistemólogos, cuya competencia profesional se cuenta desde hace mucho entre las más altamente especializadas.

b. Cuando digo que la ciencia debería ser administrada por filósofos de la ciencia, me refiero solamente a los aspectos académicos de la cuestión, esto es, a cosas como diseñar los formularios mencionados en el punto anterior. En cambio, la cuestión de cómo distribuir los recursos entre distintas líneas de investigación, y, en general, toda la política científica, debe ser discutida por el mayor número posible de personas.

c. La propuesta de que sean filósofos de la ciencia los que administren la ciencia tiene al menos un inconveniente. Entre los científicos "normales" es relativamente fácil seleccionar a los mejores aplicando criterios imparciales, cosa que no ocurre en la disciplinas "blandas," incluida la filosofía. Esta diferencia se debe a que sólo en el primer caso hay un límite nítido entre la discrepancia seria y la no pertenencia a la comunidad profesional de que se trate. Para decirlo una vez más con palabras de Kuhn, "alguien que hoy defienda la teoría del flogisto no es un físico disidente; sencillamente, no es un físico." En cambio, cualquiera que se diga epistemólogo puede pasar por serlo. Y no es posible trazar un límite imparcial entre discrepancia y no pertenencia a la comunidad epistemológica. Yo trazo uno no imparcial, es decir, uno dictado por mis preferencias teóricas. Según este criterio, alguien puede ser un epistemólogo sólo si sabe algo de lógica; digamos, si es capaz de dar un curso introductorio sin tener que preparar cada clase desde cero. Para mí, alguien que no pueda hacer eso no es un epistemólogo disidente; sencillamente, no es un epistemólogo.

PROFESOR: EDUARDO F.  CAÑUETO

TRABAJO PRÁCTICO Nº 1


NOMBRE:
1. Lea detenidamente el texto
2. Explique qué quiere decir el autor con “la ciencia está contagiada de nuestras propias imperfecciones”; de un ejemplo
3. Busque en la biblioteca de la escuela una definición sobre Ciencia, y una sobre Tecnología, y explique con sus palabras la diferencia
4. Cuál es la visión que tiene el autor de la ciencia y la tecnología
5. Coincide Ud. con la apreciación del autor. Fundamente su respuesta
“Cada vez que enciendes tu ordenador o te conectas a internet desde un simple teléfono móvil, ves cómo la ciencia y la tecnología están transformando nuestras actividades cotidianas. Cuando acudes al médico constatas cómo la investigación científica mejora nuestra calidad de vida. Al oír de cambio climático o pandemias, no dudas en considerarla la mejor herramienta para intentar solucionar los problemas globales que afectan a toda la humanidad. Y cuando sientes ansias de comprender el mundo que te rodea recurres primero a las gafas de la ciencia para que regalen respuestas fiables y descubran nuevos conocimientos que sin ellas ni siquiera sabrás de su existencia.
Como actividad humana que es, la ciencia está contagiada de nuestras propias imperfecciones. No pretendemos idealizarla, Pero en su versión más pura, es una maravillosa fuente de conocimiento y una herramienta que en buenas manos ha estado constantemente incrementando nuestro bienestar. Dejemos que impregne también la cultura, e inmiscuya su proceder en lo más profundo de nuestra sociedad. Otorguémosle por fin el papel central que reclama en la construcción de individuos y comunidades más justas y felices.” (Disponible en Internet: http://www.historiasdelaciencia.com/?p=1149)

PROFESOR: EDUARDO F. CAÑUETO



QUÉ ES LA FILOSOFÍA