lunes, 20 de junio de 2016

TRABAJO PRÁCTICO N° 8

EL LENGUAJE DE LA CIENCIA: 
Una misma lengua no se emplea siempre igual. Hay circunstancias que hacen que aparezcan rasgos especiales, siendo la misma lengua. Cuando esas peculiaridades están motivadas por el tema del que se trata, hablamos de lenguajes especiales (lenguaje humanístico, lenguaje técnico, etcétera). Cada área del saber exige expresiones y rasgos de estilo propios.
Una de las áreas de saber que exige utilizar el lenguaje con particularidades especiales es la ciencia, en general, si bien cada rama científica tiene sus particularidades (biología, medicina, tecnología, matemáticas, lingüística, etcétera). A pesar de esas diferencias particulares, hay unas características generales de uso del lenguaje en textos científico-técnicos.
Cuando un científico o un técnico habla o escribe sobre su área de conocimiento no usa una lengua distinta de la que emplea cuando habla de asuntos cotidianos. La diferencia está en que, al expresarse en el modo propio de su ciencia o su técnica, utiliza, entre otras cosas, términos específicos de la materia de la que habla y, también, con frecuencia, términos de la lengua ordinaria con un sentido especial cuyos significados vienen exigidos por la materia tratada. El rasgo léxico especial de los textos científicos y técnicos, en tanto que tales, es la terminología, es decir, las palabras de significado propio de una rama del saber (que a menudo no están recogidas en los diccionarios generales, como el DRAE, sino en glosarios específicos).
En esta variedad de uso no tienen cabida ni los sentimientos ni la mera opinión personal, por lo cual todo rasgo subjetivo está ausente y no hay connotación. La ciencia y la técnica necesitan de un objetividad extrema y de un lenguaje que evite toda posible ambigüedad. De ahí la necesidad de claridad y precisión expresivas, para evitar confusiones en la comprensión de lo que se dice.
De todo ello podemos extraer algunas características lingüísticas que son comunes al lenguaje de cualquier ciencia. Entre otras:
I. Los temas de expresión son expositivo y argumentativo. Nadie espera encontrar en un texto científico algo así:
Atiende, querido lector. Sumar, en nuestras queridísimas matemáticas, no es meramente acumular. ¡Qué placer más grande produce usar las palabras en su sentido apropiado!
II. En la medida en que la finalidad fundamental de un texto científico o técnico es la de informar sobre un área del saber, la función fundamental es la referencial (o representativa) .
III. Dado que, con frecuencia, en los textos científicos y técnicos se explica la propia terminología específica que se emplea, es frecuente la función metalingüística, indicada con la cursiva:
IV. Desde el punto de vista léxico, el signo lingüístico (terminología) es denotativo, monosémico y unívoco, por exigencias de la objetividad y para evitar la ambigüedad en la exacta comprensión del contenido. Son palabras propias de cada especialidad que menudo no recogen los diccionarios generales, incluyendo el DRAE.
Por último, Las ciencias intentan “hablar” en lenguaje matemático para verificar sus teorías, buscando el respaldo de un razonamiento lógico-deductivo, por lo general irrefutable. 
Pero, ¿por qué los matemáticos tienen esa lealtad, casi obsesiva, hacia el rigor de pensamiento y perseveran para eliminar toda ambigüedad? Tal vez, porque desean entender el mundo que nos rodea. Desde una perspectiva matemática, comprender la perfección de la naturaleza y de las obras humanas sólo es posible a través de un formalismo y un lenguaje comunicacional igualmente perfectos y rigurosos. Estos requisitos los cumple la matemática, una herramienta creada y utilizada por la mente para comprender mejor la naturaleza. 
Así, parece ser que disponemos de bases sólidas para otorgar título de axioma a la afirmación:
“La matemática es la herramienta que utiliza la mente para comprender los fenómenos de la naturaleza”.
ACTIVIDAD DE CLASE: 
I. Buscar con el diccionario de la escuela los términos que desconozca, y vuelque las definiciones en su carpeta: por ejemplo la palabra axioma
II. Cuáles son las características del lenguaje científico
III. Explique la siguiente expresión: “La matemática es la herramienta que utiliza la mente para comprender los fenómenos de la naturaleza”
PROFESOR: EDUARDO F. CAÑUETO

Clase de Filosofía e Historia de la Ciencia y la Tecnología 10/06/2016

EL LENGUAJE
BREVE INTRODUCCIÓN DEL LEGUAJE POR EL DOCENTE
LEEMOS EN CLASE EL SIGUIENTE MATERIAL SOBRE: EL LENGUAJE DE LA CIENCIA

SIGNOS NATURALES
SIGNOS ARTIFICIALES
o SISTEMA
LENGUAJES FORMALES
LENGUAJES NATURALES
LENGUAJES TECNICOS
LA SEMIOTICA ESTUDIA LOS LENGUAJES
SINTAXIS
SEMANTICA
PRAGMÁTICA

DEFINICIÓN CONSTRUIDA EN CLASE: "Cuando los signos convencionales (símbolos) que utilizamos para la comunicación se configuran a modo de sistema sujetos a determinadas reglas, estamos en presencia de un lenguaje"

PROFESOR: EDUARDO F. CAÑUETO

TRABAJO PRÁCTICO Nº 7

ACTIVIDADES:
1. Lea detenidamente el texto, he identifique la controversia científica 
2. Explique la teoría de la generación espontánea, y su hipótesis rival
3. Identifique el experimento que Pasteur realizara para refutar la tesis de la “generación espontánea”
4. Describa desde una “perspectiva  whig” el debate sobre la generación espontánea.
5. Describa desde una “perspectiva antiwhig” el debate sobre la generación espontánea.

A fines del siglo XVII, la problemática sobre la generación espontánea de los microorganismos, varias veces echada por tierra, aún seguía viva. Esta polémica tenía ya casi dos siglos: había sido iniciada por Jan van Helmont (1577-1644) con un experimento de generación espontánea. Por otra parte, Francisco Redi (1626-1697) había logrado la refutación de la generación espontánea en gusanos. La polémica se había reabierto con Antoni van Leeuwenhoek (1632-1723), quien había mostrado microorganismos que aparentemente aparecían por generación espontánea bajo el microscopio. En 1768, Spallanzani, dudó de los resultados de los últimos experimentos que apoyaban la generación espontánea, que habían sido realizados en 1748 por John Needham (1713-1781). Repitió los pasos de Needham, pero en condiciones más rigurosas y controladas. Así pudo concluir que la generación espontánea no se producía. Sin embargo, en 1858 todavía quedaban dudas. Es en ese entonces que Louis Pasteur (1822-1895) entra en la escena de esta encendida y antigua polémica. Pasteur fue un científico prolífico. Sus estudios abarcaron los temas más diversos y muchos constituyeron verdaderas proezas científicas. Este químico francés, entre muchas otras cosas, sentó las bases de la cirugía aséptica, realizó estudios que ayudaron a atacar el carbunco, produjo una vacuna contra la rabia y salvó a la industria de la seda francesa de la extinción al dilucidar cómo se transmitía una enfermedad que atacaba al gusano de seda. En 1858, Pasteur hizo su ingreso en la candente problemática de la generación espontánea. El 20 de diciembre de 1858, en una nota dirigida a la Academia de Ciencias, el director del Museo de Historia Natural de Ruan, Félix-Archimède Pouchet (1800-1876), se definió claramente en favor de la generación espontánea y publicó al año siguiente un volumen sobre L'Hétérogénie ou Traité de la génération spontanée. "Cuando la meditación me llevó a la certeza de que la generación espontánea es todavía uno de los medios empleados por la Naturaleza para la reproducción de los seres, me dediqué a descubrir mediante qué procedimientos podrían evidenciarse estos fenómenos." Tan categórica afirmación provocó numerosas réplicas, y Pasteur escribió a Pouchet: "Pienso que cometéis un error, no al creer en la generación espontánea (porque en semejante problema es difícil no tener ideas preconcebidas), sino al afirmar la generación espontánea. En las ciencias experimentales es siempre erróneo no dudar mientras los hechos no nos obliguen a hacer una afirmación. En mi opinión, se trata de un asunto en el que se carece por completo de pruebas decisivas." Para sostener su afirmación, Pouchet realizó varios experimentos. Entre ellos, sobre una cuba de mercurio introdujo con la boca hacia abajo, un frasco lleno de agua destilada y hervida, lo destapó, instiló en él un poco de oxígeno y de nitrógeno obtenidos por métodos químicos, y luego una borra de heno extraída de otro frasco que había mantenido en una estufa durante veinte minutos. Después de algunos días, el agua estaba llena de microorganismos. Pasteur cuestionó la introducción de "aire común" al que adjudica la contaminación microbiana del mercurio. Inicia así las experiencias contundentes que pondrán fin a un debate milenario. A pesar de los resultados de Pasteur, Pouchet no se mostró vencido y continuó sus experimentos.
En 1864, la discusión acerca de la generación espontánea de los microorganismos se había vuelto tan fogosa que la Academia de Ciencias de París ofreció un premio para los experimentos que arrojaran nueva luz sobre el problema. Los experimentos debían hacerse en el Museo de Historia Natural con requisitos claramente establecidos. Los partidarios de la generación espontánea tenían sus propios programas preparados y se retiraron en actitud de protesta. Solo quedó Louis Pasteur (1822-1895) para realizar las investigaciones. Pero si los partidarios de la generación espontánea hubieran realizado las experiencias, Pasteur habría perdido el debate. Pasteur usaba agua de levadura para sus cultivos mientras que su contendiente más feroz, Félix-Archimède Pouchet (1800-1876), utilizaba agua de heno, que hoy sabemos que contiene gérmenes que no mueren a 100 °C y que se desarrollan ante la entrada de una pequeña cantidad de oxígeno. Este hecho, como veremos, le habría otorgado el triunfo en la compulsa. Tiempo después Pasteur descubrió que si no se alcanzaba una temperatura de 120 °C no había seguridad de matar a todos los gérmenes. Este descubrimiento determinó que, a partir de ese momento, el autoclave –un instrumento que permite alcanzar el punto de ebullición a temperaturas mayores de 100 ºC– pasara a ser un elemento indispensable para la antisepsia. Pasteur advirtió la necesidad, no sólo de usar un autoclave, sino también de esterilizar al fuego los instrumentos y los aparatos que se utilizaran. Para destruir todos los gérmenes, era necesario pasar los instrumentos por la llama, que los eliminaría más fácilmente mientras más secos estuvieran. Llamativamente, a pesar de los contundentes resultados de Pasteur, la victoria de los detractores de la idea de la generación espontánea aún no era completa. Poco tiempo después de la muerte de Claude Bernard (1813-1878), la Revue Scientifique publicó artículos de su autoría sobre el proceso de fermentación. Pasteur sostenía que la fermentación era obra directa de algún ser vivo, mientras que Claude Bernard atribuía a los fermentos no sólo el proceso de fermentación, sino también la formación de los microbios que lo acompaña; la generación espontánea nuevamente en escena. Para Bernard, la fermentación comenzaba sin gérmenes mientras que Pasteur sostenía que la presencia de gérmenes era indispensable para que la fermentación se iniciara. Ante esta disyuntiva, Pasteur construyó un invernadero hermético. Puso en él uvas a crecer, libres de microbios –ya que éstos se depositan en la maduración de la fruta–. Para evitar la contaminación, rodeó los racimos con algodón. Llegada la época de recolección, se aplastaron las uvas y se colocaron en un ambiente calefaccionado para favorecer la fermentación. El resultado fue definitorio: la fermentación no se produjo en las uvas crecidas en ausencia de microbios, mientras que los racimos que no estaban en el invernadero comenzaron a fermentar a las 48 horas. Luego, al exponer los racimos protegidos al aire o agregarles algunos granos de los racimos previamente expuestos, la fermentación se inició. Los resultados fueron concluyentes: nada podía suplir el papel de los gérmenes en el proceso de fermentación, ni ningún fermento podía hacer que surgieran. Entre los muchos experimentos que realizó Pasteur para desechar la generación espontánea, uno merece especial énfasis por su gran simplicidad y su carácter decisivo. Pasteur usó matraces con cuello de cisne que permitían la entrada del oxígeno –elemento que se creía necesario para la vida–, mientras que en sus cuellos largos y curvados quedaban atrapadas bacterias, esporas de hongos y otros tipos de vida microbiana. De esta manera, se impedía que el contenido de los matraces se contaminara. Pasteur mostró que si se hervía el líquido en el matraz, matando a los organismos ya presentes, y se dejaba intacto el cuello del frasco, no aparecería ningún microorganismo. Solamente si se rompía el cuello curvado del matraz, lo que permitiría que los contaminantes entraran en el frasco, aparecerían microorganismos. Algunos de sus matraces originales, todavía estériles, permanecen en exhibición en el Instituto Pasteur de París. "La Vida es un germen y un germen es Vida" proclamó Pasteur en una brillante "velada científica" en la Sorbona, ante lo más selecto de la sociedad parisina. "Nunca la doctrina de la generación espontánea se recuperará del golpe mortal que le asestó este simple experimento." 

PROFESOR: EDUARDO CAÑUETO

martes, 7 de junio de 2016

Clase de Filosofía e Historia de la Ciencia y la Tecnología 03/06/2016

Ideas en la Ciencia: Controversia Científica

La controversia científica es un debate sustentado y público entre la comunidad científica en la que los argumentos son basados en evidencia.
Las controversias causan progreso en la ciencia por medio del fomento de la investigación en el tema en discusión.
Las controversias se resuelven cuando la evidencia favorece grandemente un argumento.
Las controversias científicas constituyen parte de la práctica científica y tienen lugar cuando diferentes grupos de científicos han propuesto distintas teorías para dar cuenta de algún fenómeno natural o social.
Las controversias suelen tener un desarrollo. Comienzan cuando surgen teorías rivales, ambas con algún tipo de apoyo empírico, argumentación y articulación con el resto de los campos de conocimiento. Se desarrolla la controversia buscando el modo de decidir entre las teorías en conflicto, a veces buscando nuevos datos, otras veces mostrando anomalías y dificultades que una de las propuestas no puede sobrellevar. En varias oportunidades la búsqueda de datos involucra esperar el desarrollo de nuevas tecnologías, de manera que las controversias pueden desarrollarse a lo largo de varios años.
Los factores internos a la práctica científica, como el apoyo empírico o la articulación entre teorías, son cruciales para la clausura o resolución de la controversia, pero también debe ponerse de manifiesto que existen siempre factores externos que se suman para dar el resultado final de la resolución de la controversia.
Respecto a cuáles son los factores preponderantes para el cierre o clausura de la controversia los filósofos debaten desde dos posturas diferentes: internalismo y externalismo

Como se mencionó en las controversias científicas suelen existir factores internos y factores externos a la práctica científica. Los primeros se asocian con la metodología, el apoyo que los datos le otorgan a la teoría, la articulación de la teoría con otras teorías ya aceptadas, etcétera. Los factores externos son las preferencias sociales, culturales y la presión del resto de la sociedad sobre la comunidad científica en favor de una perspectiva teórica en detrimento de otra.
Podría darse el caso de que estos factores externos fueran de gran importancia y así se impusieran a los factores internos. Una situación así mostraría que es posible que la comunidad sostenga teorías contrarias a los datos pero preferidas por motivos de otro orden. En general, los factores externos suelen adquirir mayor importancia durante el período en el que los datos no permiten tomar una decisión concluyente. Algunos filósofos del movimiento llamado "neopositivismo" sostenían que si dos teorías cuentan con igual apoyo empírico, se debe elegir aquella que favorezca el bienestar de los trabajadores. Esta opinión es ciertamente un criterio totalmente externo a la relación entre la teoría y los datos, pero que se pone en juego en la etapa en que la contrastación no es suficiente para dirimir la discusión.
Un ejercicio siempre útil es poder distinguir de qué modo los factores externos están presentes y favoreciendo o entorpeciendo la aceptación o el rechazo de ciertas teorías. Un ejemplo lamentable es el de la teoría del darwinismo social en que se pretendía dar respaldo a un accionar de unos seres humanos sobre otros como si la teoría de la evolución habilitara al exterminio. Aquí pueden señalarse dos cuestiones: 1) la teoría no tenía suficiente apoyo empírico y jamás pudo adquirir consenso entre los científicos, 2) aun cuando la teoría hubiera sido corroborada no tiene las implicancias que se le querían adjudicar. La pretendida superioridad no da derecho al exterminio.
Otro ejemplo es aquel que impedía aceptar en la Grecia Antigua la teoría de Aristarco, ya que para los datos de la época, tal teoría parecía un capricho de complicación. Los datos avalaban tanto al geocentrismo como al heliocentrismo de Aristarco, pero frente a la simplicidad y el carácter intuitivo del geocentrismo, parecía caprichoso sostener el heliocentrismo.


INTERNALISMO: sostiene que el proceso de producción y validación del conocimiento es independiente de las influencias externas, siendo sus principales puntos de referencia la Historia de las Ideas y la Filosofía de la Ciencia. Cree que la ciencia debe seguir su propia lógica y luchar por liberarse de las interferencias de las fuerzas sociales, políticas y económicas. 
EXTERNALISMO: mantiene que la ciencia está condicionada por la estructura organizacional de la producción científica. Por tanto, debe ser considerada en relación con otras ramas del conocimiento y con las estructuras socioeconómicas circundantes. Recientemente, los externalistas se han centrado en las relaciones entre ciencia, gobierno, política científica y la comunicación entre los científicos


HISTORIOGRAFÍA CIENTÍFICA
Historiografía es una palabra que surge de la unión de otras dos: historia + grafía, o lo que es igual: historia y escritura. De ahí que este sea el concepto para definir un tipo de operación que debe realizar el historiador en el proceso de construcción de una narración histórica. Para satisfacer los intereses y afinidades de conocimiento de los historiadores, existen múltiples corrientes historiográficas, cada una de ellas con sus particularidades, sus ventajas y sus sesgos, que orientan al profesional en historia y al público lector sobre tendencias y formas de interpretar los acontecimientos pasados.

ANACRONISMO: Un anacronismo se refiere a algo que no se corresponde o parece no corresponderse con la época a la que se hace referencia. Por ejemplo, si en una obra de teatro que se desarrollara durante la Antigua república romana apareciera un personaje usando una computadora, la computadora sería un anacronismo.
DIACRONISMO: es el estudio de un fenómeno social a lo largo de diversas fases históricas atendiendo a su desarrollo histórico y la sucesión cronológica de los hechos relevantes a lo largo del tiempo


PERSPECTIVA WHIG: solamente considera de la historia los momentos relevantes, dejando de lado a la luz de la historia de la ciencia las teorías “erróneas” a la luz de la ciencia posterior. Por ejemplo un historiador desde esta perspectiva, dejará de lado los fuertes intereses alquímicos que tenía Newton. 
Se critica su linealidad y su anacronismo
PERSPECTIVA ANTI-WHIG: Los autores que rechazan la  perspectiva whig proponen, en su lugar, un ideal diacrónico que aborde los acontecimientos del pasado  en  términos  del  contexto  -creencias,  teorías, métodos, etc.-  vigente en la época considerada. 
Se critica su diacrónismo
Se sostiene que el enfoque diacrónico es utópico
Se corre el riesgo que el conocimiento histórico sea sólo para especialistas


Esta antinomia historiográfica conduce a una muy diferente valoración de los episodios del pasado. El historiador whig substancializa la ciencia como entidad autónoma y suprahistórica; en relación con ella pueden evaluarse logros y fracasos del pasado. Pero tal valoración carece de sentido para la historiografía antiwhig, que prohíbe interpretar el  pasado a la luz del conocimiento presente y permite evaluar logros y fracasos sólo en relación con el  contexto  de la  época  en  que tales acontecimientos sucedieron. En ambos casos, los relatos históricos resultantes suelen ser radicalmente diferentes.
La polémica whig versus antiwhig nos deja una importante enseñanza: no existe una única manera correcta de escribir la historia. Todo relato histórico implica necesariamente interpretación: la  historia no  es  meramente narrada, sino construida. La epistemología actual también reconoce la imposibilidad de una  objetividad absoluta en la historia.

PROFESOR: EDUARDO FRANCISCO CAÑUETO

HISTORIOGRAFÍA CIENTÍFICA: DICOTOMÍA WHIG-ANTIWHIG

DICOTOMÍA WHIG-ANTIWHIG = ANACRONISMO-DIACRONISMO

En una nota a pie de página de La estructura de las revoluciones científicas, Thomas Kuhn menciona la dificultad de enseñar historia de la ciencia a quienes provienen de las ciencias naturales: puesto que ellos “conocen las respuestas correctas”, es particularmente difícil hacerles analizar la ciencia del pasado en sus propios términos. En un célebre libro de 1951, Herbert Butterfield llamó whig a este enfoque anacrónico de la historia, inaugurando una polémica que aún no ha cesado.
Quienes, en el siglo XIX, redactaron la historia de Inglaterra desde la perspectiva whig, concibieron la “conquista de la libertad” como un proceso acumulativo que se remonta a la Carta Magna de 1215 y adquiere su mayor significación en el siglo XVII, cuando los adherentes al partido whig eran considerados amantes de la libertad, y sus adversarios, los tories, enemigos de ella. La mayoría de las “historias patrias” adoptan este esquema simplista y lo consagran como mito. Según Butterfield, quien se apropió de ese término de la historia tradicional inglesa, la historiografía whig (lineal, anacrónica) es “la escritura ahistórica de la historia”: se imponen al pasado los patrones del presente. Así, en el marco de una historia de la ciencia de carácter whig, se evalúa la ciencia pretérita con referencia a la actual. Este criterio, fuertemente afín a una concepción de progreso científico acumulativo, característica del positivismo, expulsará de la historia de la ciencia a las teorías que resultaron “erróneas” a la luz de la ciencia posterior, salvo que se las analice para señalar lo retrógrado de quienes las sostuvieron o el mérito de quienes las rechazaron. Desechará, además, los factores que hoy consideramos no científicos o irracionales. Dado que aun científicos de gran talla, consagrados por la historiografía whig, cayeron en tales “errores”, se los ignorará atribuyéndolos a momentáneos deslices del genio. La teoría de las mareas de Galileo o los intereses alquímicos y teológicos de Newton serían ejemplos de tales deslices.
Las historias whig transmitidas a través de textos y enseñanzas profesionales legitiman la actividad científica por invocación al prestigio de figuras e instituciones patriarcales. El carácter mítico, ejemplar, de estas historias se transfiere a la educación general y a la divulgación de la ciencia, y forma parte esencial de la identidad de cada comunidad científica.
Quienes repudian la historiografía whig proponen un ideal diacrónico. Escapar a la trampa whig presupone comportarse como un viajero del tiempo que, en la medida de lo posible, renuncia a su memoria histórica. Han de estudiarse los acontecimientos del pasado en términos del contexto de creencias, teorías, métodos, etcétera, vigentes en la época considerada.
Deberá descartarse no sólo el conocimiento adquirido con posterioridad a la misma sino también aquel que no pudo ejercer influencia alguna sobre el agente histórico. Desde esta perspectiva anti-whig, importa más saber por qué Galileo pretendía la fama que saber por qué hoy es famoso.
Para el historiador whig, la ciencia tiene una existencia, al menos en forma latente, en toda época histórica, y en relación con ella pueden estimarse logros y fracasos. Pero esta valoración carece de sentido para la historiografía diacrónica, que prohíbe escribir la historia “hacia atrás”. Esta podrá evaluar logros y fracasos sólo en relación con el contexto de la época en que acontecieron tales episodios.
El enfoque anti-whig ha dado lugar a numerosos estudios de una gran riqueza histórica. Estos trabajos han dotado a la historia de la ciencia de una razonable dosis de objetividad y han evitado el riesgo de convertir a la historia en un simulacro. Sin embargo, también debe reconocerse que un enfoque diacrónico estricto es utópico. Nadie escapa a su tiempo, ni a los “anteojos del presente” que le permiten acceder a una mirada histórica. Cabría preguntarse, además, hasta qué punto el diacronismo estricto, de ser posible, es deseable, ya que implica el riesgo de anticuarismo y de que el conocimiento histórico se vuelva inaccesible salvo para unos pocos especialistas.
En la actualidad, con la profesionalización de la historia de la ciencia, se aspira a brindar diferentes perspectivas acerca del pasado: afirmar la necesidad de adoptar a priori un enfoque único y excluyente para todos los casos se considera manifestación de un cierto dogmatismo. Para el historiador actual las visiones whig y anti-whig no son excluyentes, y el conflicto desaparece una vez determinada la naturaleza del problema histórico en estudio. Como sostiene el especialista danés Helge Kragh, el historiador de la ciencia ha de tener una bifronte cabeza de Jano capaz de respetar las ventajas y reconocer las limitaciones de ambos enfoques.

PROFESOR: EDUARDO FRANCISCO CAÑUETO

QUÉ ES LA CONTROVERSIA CIENTÍFICA

ARTÍCULO PARA LEER EN CLASE
¿Qué es la controversia científica?
Los científicos pueden estar en desacuerdo en muchas cosas, de lo mundano (como cual es el mejor tipo de instrumento analítico para utilizar) hasta lo profundo (si es o no la teoría de cuerdas una representación exacta de la realidad). Sin embargo, dos científicos en desacuerdo acerca de la teoría de cuerdas (o hasta la interpretación de datos) no cuentan como una controversia. Una verdadera controversia científica involucra un debate sustentado dentro de la gran comunidad científica (McMullin, 1987). En otras palabras, un número significante de personas deben con el tiempo llevar a cabo activamente investigaciones que tocan la controversia. Sin importar cual sea el contenido del desacuerdo, los científicos involucrados comparten conocimiento fundamental y están de acuerdo de que el tema vale la pena ser tratado y que varios argumentos son legítimos.
Lo que hace los argumentos legítimos es que son basados en datos. No es suficiente para que un científico simplemente diga “No estoy de acuerdo con usted”: en vez de eso, deben conducir la investigación para reunir suficiente evidencia para apoyar sus reclamos. Un argumento debe explicar la mayoría de los datos disponibles – no solo los datos recolectados para apoyar un solo lado. Esto no es necesariamente el caso en controversias públicas como la perforación de pozos petroleros, en donde un grupo o individuos pueden decidir que algunos datos son más importantes que otros datos - el número de aves que murieron o el impacto económico de la perforación o el porcentaje de importación de petróleo. En una controversia científica, todos los datos deben ser explicados o tomados en cuenta.
Aunque muchas veces las controversias son discutidas en situaciones informales (la misma manera en que usted pueda discutir un tema de controversia con sus amigos), el debate verdadero es llevado a cabo en reuniones de investigación y por medio de la publicación de artículos .Es solo mediante este proceso que el debate se convierte en parte de la literatura científica y ayuda a la ciencia a progresar. No existe ningún cuerpo autoritativo en la ciencia que decide cual es la respuesta correcta en una controversia, tampoco requiere un consenso completo entre todos los científicos
La resolución de una controversia viene cuando un argumento es ampliamente aceptado y otros argumentos desaparecen lentamente. Comúnmente, la evidencia a favor de un lado de la controversia se vuelve tan abrumadora que las personas simplemente dejan de argumentar acerca de eso. Usualmente esto sucede cuando múltiples líneas de evidencia provenientes de múltiples métodos de investigación (y quizás de múltiples disciplinas) se convergen.
Las controversias regularmente siguen en curso en todo campo de la ciencia. Por ejemplo, para el 2010, los geofísicos están involucrados en un debate acerca de la existencia de la plumas de manto, las cuales son columnas finas de roca caliente que se elevan del núcleo de la tierra hacia la superficie y causa la actividad volcánica.  El concepto de una pluma de manto como una fuente estática de magma para cadenas de islas como Hawaii fue postulada por primera vez por J. Tuzo Wilson poco tiempo después del desarrollo de la teoría de tectónica de placas y fue ampliamente aceptado a lo largo de los próximos treinta años. Sin embargo, en el 2003, un grupo de científicos dirigido por John Tarduno, un geofísico de la Universidad de Rochester, presento fuerte evidencias de que la pluma de manto, el cual se pensaba ser responsable por la formación de las islas de Hawaii se había movido más de 1,000 km con el tiempo. Este ensayo lanzó una multitud de estudios adicionales que comenzaron a cuestionar la existencia de plumas de manto. El debate en curso se ha calentado en ocasiones, pero también ha causado un gran salto en nuestro entendimiento de los procesos volcánicos asociados con plumas de manto y nuestro conocimiento científico ha avanzado.
El debate acerca de la existencia de plumas de manto es claramente una controversia científica y la mayoría de controversias científicas similarmente tienen poco que ver con controversias personales, éticas o políticas. Al otro lado del espectro, la controversia acerca del uso de células madres cosechadas de embriones humanos en investigaciones biomédicas no es una controversia científica – los científicos están de acuerdo en cuanto lo que son las células madres y cómo funcionan. En lugar de esto, la controversia se basa en que sea ético o no el uso de células madres. Sin embargo, a veces, las líneas entre controversia científica y otro tipo de controversia se vuelven borrosas. Después de todo, los científicos son humanos y lo que empieza como una controversia científica también puede incluir desacuerdos personales. En otros casos, los medios pueden exagerar una controversia científica y convertirla en un debate político. 

PROFESOR: EDUARDO CAÑUETO